Una trilogía destructiva
es lo que atenaza mis horas turbias
y a cada uno de los pilares
tengo que dictaminarles advertencia:
Primera,
Solías reverdecer para torturarme
pero ya no es lo mismo
solo encuentro repugnantes remedos:
el alma te ha dejado abandonada
Pero por ti ya no suspiro
Segunda,
Sabes que debemos dejar los mordiscos
colgados en el cielo sombrío
pues ser expectados en la noche
solo llena de pasión mis heridas
Pero contigo solo juego
Tercera,
Me faltan palabras, mi mente se obnubila
que exhale guturales mi corazón:
¡Por ti vuelvo a encender, sin notarlo,
las lámparas marchitas de ayer!
Porque por ti sí muero...
Y aunque he está explicado todo
y la elección se hace notoria
debo aclarar que la culpable
es la única empedernida: cobardía.