Creo que debo dejar de intentar con el cuadriculado verso: démosle una nueva oportunidad a mi prosa. En fin, lo que necesito espetar ahora es que tengo una nueva adicción; o tal vez, recién hoy caigo en la cuenta de que la tenía. Soy adicto a llorar. Pero la vergüenza se ha vuelto un buen remedio. Jamás me verán llorar (no soy tan idiota como para mostrarles que la barrera que me secunda es cristalina: es frágil). Así que, supongo que seguiré ofreciendo los carcomidos huesos de mis omoplatos al mundo; seguiré de espaldas, mirando el interior de la canastilla negra. Ovillándome en aquel sofá con cubierta rojiza... bañándome por las sombras, aprovechándome de su refugio. Porque con los ojos empapados, casi cerrados, irritados y a oscuras... es más sencillo construir ilusiones sobre ti... Puedo volver a verte con el vestido negro, floreado, tus lentes color sepia, y tu diario en mano... "dicen que leer todos los días es bueno", solo ahora te entiendo.
Y hablando de flores... supongo que te encuentras más las hermosas en tu nuevo patio seráfico, ¿no es verdad?
Disfrútalas. Te quiero.
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